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EL MISTERIOSO GEMELO DE GARCÍA MÁRQUEZ

EL SÍNDROME DE ESQUILO

VICENTE ALFONSO

Alguna vez fui invitado a unas mesas de trabajo que dirigió Gabriel García Márquez. Por si había oportunidad de entrevistarlo, preparé mi grabadora de reportero y formulé mentalmente un hato de preguntas. Creí entrever la oportunidad en un receso, pues un amigo común me señaló mientras le comentaba al Maestro que tengo un hermano gemelo: "¡Ah!, mejor ese tema no me lo toque, porque me apasiona", fue la reacción del Nobel colombiano. Mi entrevista se frustró desde antes de comenzar, pues acabé interrogado por el autor de Cien años de soledad.

Entre una pregunta y otra, don Gabriel dijo que debería escribirse un cuento en el que un gemelo muriera y fuese el otro el que sufriera los estragos de la descomposición. Le dije que ese cuento ya existía: el propio García Márquez lo había publicado en 1948 bajo el título de "La otra costilla de la muerte". Así se lo dije. "Tiene razón", dijo, con una sonrisa que no supe interpretar.

Aquella conversación me animó a buscar gemelos, dobles, impostores y sosias en su obra. Hallé decenas. Entre sus primeros cuentos (publicados en Ojos de Perro Azul) varios abordan el tema del doble; relatos de atmósfera sombría escritos en la época en que García Márquez era estudiante de Derecho. Llevan títulos como "Diálogo del espejo" y "Tubal-Caín forja una estrella". Este último es protagonizado por un hombre que es perseguido por otro idéntico a él. Se vislumbra en sus párrafos una poderosa influencia de El doble, de Dostoievski.

Son los gemelos Pedro y Pablo Vicario quienes destripan a Santiago Nasar en Crónica de una muerte anunciada. Son gemelos José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo en Cien años de Soledad, y también los son los hijos de Remedios Moscote que no llegan a nacer, y que le cuestan la vida a la mujer del coronel Aureliano Buendía. En La mala hora, un par de gemelas llega con el circo, "exactamente iguales y embutidas en idénticos trajes de flores, como una misma persona repetida". En El otoño del patriarca, García Márquez cuenta la historia de Patricio Aragonés, un hombre que aprovecha su extraordinario parecido con un dictador para sacar provecho propio, haciendo "un próspero negocio de suplantación".

Pero no sólo en la ficción la impostura puede ser redituable: en 1996 compré, bajo el sello Edamex, una novela de 83 páginas titulada Corazón de Metal (ISBN 9684099207). El nombre del autor era Gabriel García Márquez. La novela era tan mala, que en la primera página me di cuenta de que no era Gabo, sino un sosia, un impostor literario.

La distribución de ese libro alcanzó incluso portales extranjeros como Amazon.com y Bookfinder.com. Intrigado, consulté en las oficinas centrales de Edamex, pero empleados y funcionarios aseguraron que la edición estaba agotada e incluso aseguraron haber olvidado el nombre del autor y no contar con datos sobre su paradero, toda vez que "en aquel entonces (1996) no acostumbraban llevar un registro de los autores que publicaban en la editorial".

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