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Las Cosas Que Perdimos En El Camino

Max Rivera II

Mi intención original era ver Las Cosas Que Perdimos en el Camino para comentarla, pero el tema de la cinta hizo resonar dolorosos acontecimientos resientes, y me hizo optar por la (increíblemente) más ligera trama de Cometas en el Cielo. Las Cosas Que Perdimos trata sobre la muerte repentina de un hombre joven, y la forma en que afecta a su familia y a amigos que se han alejado, pero cuyo cariño no ha disminuido.

La semana pasada perdí a un buen amigo, que apenas conocí. Carlos Canales Cobo y mi familia coincidimos pocas veces, pero nos unía el amor por mi papá, que fue su profesor en el Francés. Luego de vernos en el funeral de Max I, hace 5 años, Carlos nos hizo llegar un muy bello texto sobre cierta anécdota que papá solía contar a sus alumnos, en el que narra alternativamente, de forma conmovedora, anécdota y reacciones de la clase. Ahora, después de la trágica muerte de Carlos, sé que no le agradecí lo suficiente. Hay muchas cosas más que celebrar de su vida, pero quise compartirle este detalle, que lo retrata como un hombre sensible y agradecido. Si la gente sigue viva mientras se le recuerda, con Carlos se ha ido parte de mi padre. Pero en lo que a su esposa, madre e hijos pueda consolar, parte de Carlos seguirá viviendo en mí.

Cometas en el Cielo, basada en la exitosa novela The Kite Runner, del Afgano Khaled Hosseini. La historia tiene todos los elementos para ser una narración devastadora, al mismo tiempo un espejo de las fallas y fortalezas de la solidaridad humana, y una advertencia de la facilidad con que el extremismo religioso en el poder puede mandar al carajo a una sociedad pujante, aunque esto habría significado, por supuesto, darle un tono pesimista a la cinta. Ignoro si el libro lo hace, pero el director Marc Forster continuamente trata de darle tintes optimistas a la cinta, que le restan potencia. Son los 70. Dos niños de Kabul se divierten con el popular pasatiempo local de volar y “pelear” cometas. Uno de los niños, Amir, es hijo de un rico empresario local, mientras el otro, Hassan, es hijo de su sirviente (interpretado por un actorcito novato de ojos inmensos que parte el corazón).

La posición social de ambos no se hace evidente la mayor parte del tiempo, siendo el de los niños un cariño sincero, pero de cuando en cuando ocurren situaciones que recuerdan puntualmente la diferencia. El padre-patrón un hombre aparentemente considerado y decente, suele incluso favorecer al hijo de su criado.

Luego de un torneo de cometas, Hassan se interna en un callejón buscando el papalote vencido, cuando es asaltado por una pandilla de buscabullas racistas, que lo asaltan y violan. Amir, escondido, es testigo de la humillación, pero el miedo le impide defender a su amigo.

Con el paso de los días, Amir se distancia de Hassan, volviendo hacia la víctima el coraje que siente contra sí mismo. Para no tener que verlo más, lo acusa de robo y hace que su padre despida al criado. Luego llegarán a Kabul los comunistas, que hacen a empresario e hijo huir a Estados Unidos. Pasan los años, los subempleos en América, y el Talibán en Afganistán. A los exiliados llegarán noticias de Kabul (que no debo revelar), que forzarán el regreso del ya crecido Amir.

Aunque la cinta es digna de verse, no quedo nada conforme con los héroes. Las acciones y revelaciones de Amir y su papá han de añadir insulto a la infamia, mientras que sus actos de redención, dadas las circunstancias, se quedan cortos.

Como una humillación más a Hassan, mientras en Afganistán ocurren cosas urgentes, la cinta se pasa el tiempo con las angustias vocacionales y romances de Amir, papaloteando.

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