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Jornada de un domingo perfecto

Paola Astorga
Paola Astorga

Escribo estas letras, mientras aún siento el aliento fresco de esas lluvias que escasean en mi tierra, La Comarca Lagunera. No pretendo hacer una sinfonía de un pensamiento, tal vez, escribir unas cuartillas sobre un domingo lagunero. En la noche, corrimos al patio a recoger la ropa colgada, lo hacemos con las tolvaneras que nos azotan regularmente, algo  predecible en un desierto. Pero la lluvia, que llega como un consuelo para las tierras agrietadas nos hace sentir como si despertáramos en otra ciudad, una ciudad pulida por el agua, pintada de hongos y musgos. Así despertamos el día de hoy.

        Las nubes grises decoraban mi ventana. Estiré mi cuerpo que se preparaba a reacomodarse en las sábanas. No es necesario describir el placer de unas sábanas tibias, de un cielo nublado y de un día sin trabajo.

        La invitación de mi esposo me abrió el apetito, desayunar menudo. El mercado más cercano es suficiente para satisfacer ese antojo tan norteño, y después de algún tiempo de no comerlo, no me pude negar.

      Hacía la Alianza fue el rumbo que tomamos, la costumbre de vivir en el centro de la ciudad nos hace ir caminando. Las calles se mostraron recién bañadas, un airecillo refrescante circulaba por ellas. Mi compañero  disfruta este clima, siempre me asombra que no se halla acostumbrado al calor, después de todo nació en esta tierra que no se permite encariñarse que las nubes aventureras.

      Pasamos por la plaza de armas, la que nos tiene acostumbrados a su paisaje de litografía del siglo pasado. Los edificios custodian un pedazo de la historia de Torreón. Cruzamos la plaza, dónde los intendentes ya están recogiendo las hojas, las palomas pasean como cualquier transeúnte, caminan a nuestro lado, parecen señoras gordas contoneándose. El  Siglo lo compramos en el puesto de periódicos, tememos como cualquier lagunero que se agote. El reloj en el centro de la plaza nos recuerda que se hace tarde. Tomamos la calle Morelos, que nos presume su paseo peatonal, el cuál no llega a la Alianza. Retomamos esa Morelos carente de embellecimiento, las calles chorreadas de tierra, mugre, abandono y nos muestra su verdadero rostro; ese de una antigua belleza, que aún y a pesar de los años se puede ver tras la pintura caída y los grafitis. En el dintel del Hotel Hidalgo una prostituta muestra su cuerpo el cuál hace tiempo perdió su juventud.

        Cruzamos la Ramos Arizpe, y seguimos por la misma  Morelos. Entramos al túnel que hacen los tabaretes que están sembrados en la banqueta. Los vapores se escapan de las ollas, los platos pozoleros son atacados por cucharas de peltre. Los negocios están abiertos, y se pueden ver hasta los patios despintados y atiborrados de mercancía y cachivaches. De una de las puertas sale una música triste tocada por una rocola, nunca lo sabré con certeza, el letrero de cantina y la negativa de dejar pasar mujeres que no tengan papeles no me lo permitirían, volteo hacía mi esposo y le cuestiono sobre el pasaporte que hay que portar para entrar, la respuesta es sencilla, la cartilla de salubridad.

      Llegamos al último tabarete, el que como los demás, se anuncia con grandes letras rojas “Estanquillo Juanita”. Nos sentamos en los respectivos banquitos. Una sonrisa se dibuja en el rostro  moreno y curtido de Juanita, quién siempre nos recibe con ese hálito de abuelita apapachadora, cualidad por la que somos sus leales clientes. Los dos platos de menudo, pan francés, cebolla, chile seco, orégano y dos refrescos de cristal aparecen en la barra de lámina. La música de banda sale de una televisión. La señora nos entretiene con su plática, sobre lo mal que lo paso con el agua de anoche, se le había arruinado una fiesta al aire libre. Mi compañero y yo escuchamos atentos su monólogo, el delicioso menudo no nos permite dejar de comer. La cebolla nada en el caldo, el pan es hundido en el plato, el nirvana para los conocedores de este alimento popular, nacido en el centro del país y perfeccionado en los diferentes estados.

     Nos despedimos de Juanita complacidos por empezar la jornada con un clima perfecto, con un menudo perfecto, en lo que parece ser, un domingo perfecto ;D

 

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