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El destino de Júpiter

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Isaac Asimov (1920, 1992), escritor de ciencia ficción y varios ensayos científicos, además de profesor de bioquímica en la Universidad de Boston, dijo: “Una idea pobre bien escrita es probablemente más aceptada que una buena idea pobremente escrita”.

Lo que Asimov comparte puede aplicarse a todo el arte y la creatividad, no sólo a la literatura y la palabra escrita, pero, específicamente, en el cine y la televisión es atinado para hablar de la escritura de guiones. Una idea propositiva siempre es importante, pero saber desarrollarla y conocer cómo mejor se desenvuelve una vez trazada la trama y los personajes, también lo es. ¿Pero, qué pasa si una idea no es buena y la forma en que está presentada tampoco? Terrible.

Cuando una historia es inconsistente significa que no tiene coherencia, que lo que se presenta no sólo carece de lógica, incluso dentro de su mundo, ya sea un drama, un relato futurista, una historia fantástica o una de acción, sino que sus elementos no pueden hilarse de manera convincente, lo que eventualmente provoca los llamados ‘huecos de historia’.

El destino de Júpiter (EUA-Australia, 2015), escrita y dirigida por las hermanas Wachowski, falla en ambos flancos, no es propositiva pero tampoco está bien escrita. Protagonizada por Mila Kunis, Channing Tatum, Sean Bean, Eddie Redmayne, Douglas Booth y Tuppence Middleton en los papeles principales, la película trata de Júpiter, una joven que trabaja como mucama y quien posee la misma huella genética que la reina del universo, por lo que comienza a ser perseguida por aquellos que quieren hacerse del control de la Tierra, que le pertenece por derecho a la reina, a Júpiter, si ella reclamara el título, ya que es la reencarnación de aquella mujer, recientemente asesinada.

Balem, Titus y Kalique, hijos de la reina, cada uno tiene sus planes, pero todos quieren de alguna forma el poder sobre el planeta o tienen algo que decir respecto a su destino: que fue sembrado para una vez que crezca su población, realizar ‘la cosecha’, un proceso que extermina a toda la población de un planeta para la creación de un elixir que alarga la vida de los seres alienígenas, los rejuvenece y, por tanto, se comercializa entre las más importantes esferas de la realeza galáctica.

El problema de la película no es su elemento fantástico, la ficción alrededor la ciencia; lo que hace ruido y atropella la narración es la explicación como se desenvuelven los hechos, que se contradicen consigo mismos o que podrían resolverse de una manera más sencilla, pero se alargan y complican sin necesidad, por el mero hecho de crear drama, y melodrama, en el relato.

Por ejemplo, si Júpiter es la reencarnación de la reina, o tiene su huella genética, puede reclamar su título y ganar poder de decisión sobre la Tierra, de hecho, así termina la película, el personaje expresando que es dueña del planeta. Pero ella en realidad reclama el título, legalmente, a mitad de la historia. ¿Entonces, por qué se crea sola y gratis problemas con los demás? Si ya reclamó el título, la película ya está resuelta; algunos de los hijos de la reina la quieren muerta, es cierto, pero Júpiter no tiene necesidad de intentar, o la obligación de, hacer un trato con ellos, porque ya tiene, burocráticamente hablando, el poder de decisión. Elige, a pesar de ello, hacer que esto se vuelva un problema.

Este drama forzado en el que la protagonista se ve inmersa y que la narrativa podría resolver de forma sencilla y más lógica, sucede porque Júpiter es el tipo de protagonista convertida en ‘damisela en peligro’. No sólo no es activa dentro de la historia, en sus acciones, sino que toma decisiones impulsivas y sin fundamento, porque no tiene nada por lo cuál pelear. No quiere realmente, en deseo y lucha por alcanzarlo, salvar al planeta, sino hasta que Balem secuestra a su familia, pero accede a la propuesta de matrimonio de Titus, ya con título en mano, bajo la promesa de que él cuidará de este mundo; ¿por qué? En este escenario más relevante que cuestionar la falta de lógica de sus decisiones como personaje es importante cuestionar que el guión no le da a Júpiter un motivo, un perfil o una personalidad más allá del cliché en que fue convertida.

La joven protagonista se pasa los primeros minutos de la historia renegando de su mundana vida, esperando por algo más, algo diferente, algo especial; pero en el momento en que le dicen que es especial, reina del universo, se queja de ser la reina del universo. Júpiter es infantil y chocante, su personaje puede ser removido de la ecuación y la película aún así funcionaría, lo cual hasta sería estimulante, porque removiéndola de la historia, la película se enfocaría, o se podría enfocar, en la lucha por el poder entre dos o tres hermanos igual de manipuladores, astutos y traicioneros, a quienes sólo les interesa una cosa, su beneficio.

Júpiter, después y una vez viéndose en medio del entramado político galáctico, sólo quiere una cosa, regresar a casa, la Tierra, lugar en que se la pasó refunfuñando toda la primera parte del guión. ¿Qué quiere Júpiter? ¿Quiere ser especial o sentirse especial?, ¿Quiere amor, respeto, retos de vida, tranquilidad, sentirse útil, saberse útil incluso? Resulta importante preguntar también, ya terminada la historia, ¿aprende realmente a valorar aquello que estuvo a punto de perder, su familia, su planeta, su mundo o el mundo en el que vive?

En este mundo de ficción, según plantea la historia, se ofrecen más preguntas que respuestas, porque la burocracia galáctica y la forma de organización política y social, en donde los hermanos y la reina son parte de una dinastía que se dedica a comercializar con el elixir que obtienen de las ‘cosechas’, es presentado sólo como pretexto para justificar traiciones y giros de historia, trazados bajo la intención de sorprender y darle un ritmo dinámico al relato; y fallar en el intento, porque lo que crea es una serie de inconsistencias en la historia y un drama forzado que levanta demasiados focos rojos narrativos en lugar de abrir camino hacia una narrativa fluida, relevante, crítica o intrigante.

La película enmaraña lo más que puede sus ramas, pero esa confusión no añade misterio, sino distanciamiento entre el espectador y la narración, que resulta chocante y vacía, desenfocada y sin un rumbo fijo. Es como si la historia se improvisara a sí misma, desafiando todas sus reglas planteadas y escupiendo todo lo que se le ocurre de último minuto, en un intento por dar dinamismo a las aventuras de los personajes.

Si cada antagonista quiere control sobre la Tierra, pero cada uno trabaja por su parte, la idea es que cada uno se convierte en un obstáculo para Júpiter. Ahora, ¿cada uno de estos personajes son imperativamente importantes para el desarrollo de la trama? Si se removiera alguno, ¿la película seguiría funcionando, acomodando aquí y allá alguna tuerca para que, por ejemplo, la explicación del mundo ficticio sea expuesta al personaje principal y al espectador de otra manera?

La respuesta es sí, y ese es un inconveniente, la historia se llena de mucha paja, por un guión poco pulido. ¿Cuáles son sus intenciones? ¿Cuál es su temática? ¿Cuál es su subtexto? ¿Habla de la avaricia, del engaño, de los negocios en la política, de la familia, del poder, de las minorías, del ser especial, de los prejuicios, de los derechos, de algo?

La huella genética de Júpiter la hace única por un elemento circunstancial; cómo sucedió esto no es explicado, pero esto significa que tanto pudo ser ella como pudo ser la niña que nació un minuto antes o un minuto después. Entonces, ¿qué hace a Júpiter, la mujer, especial, o diferente, para ser la protagonista? Si la película quiere decir que cualquier persona puede ser especial, no importa su nacionalidad, raza, empleo o aspecto físico, entonces tiene que recalcar lo que hace especial a las personas. ¿Su pensamiento, su mente, su personalidad, su actitud, su inteligencia, su ingenio? Pareciera un mensaje positivo que se resuelve solo, pero no lo es.

No hay nada que defina a Júpiter más allá de ser el personaje al que hay que salvar, para, de rebote, salvar a la humanidad. Y es que, en ese sentido, la pregunta también aplica: ¿quién quiere salvar al hombre y a su planeta? Júpiter no, porque ella, cuando decide actuar, sólo quiere salvar su familia. Pero si no es ella, ¿quién pelea por el planeta, quién? Porque los demás personajes importantes no son terrícolas como para sentir algo por la Tierra. Y la película por cierto tampoco se preocupa por abordar estos detalles.

El guión tampoco pone el mínimo esfuerzo en darle a Júpiter aptitudes; no es buena, por ejemplo, negociando, peleando, lidiando con problemas, resolviendo con argumentos o mediando desacuerdos. ¿Quién es Júpiter? Un protagonista cuadrado y acartonado que sólo sirve para decorar la pantalla. Por cierto, Júpiter no es la única que sufre este destino; es como si el ‘destino de Júpiter’ fuera compartido por otros dentro de la misma caja vacía en la que son etiquetados y limitados, por la historia, el guión y la narrativa.

Hacer a un protagonista crédulo o ingenuo, por ejemplo (la idea también aplica para cualquier otra característica de personalidad que se le imprima a los personajes, cualesquiera de ellos), debe ser una herramienta narrativa que sirva para la historia (¿por qué es así y cómo aporta al relato?), no una muletilla improvisada como forma de cubrir errores, huecos, parches de lógica, o como excusa para hacer más fácil el camino accidentado e irregular que guía a los personajes.

La idea central que maneja el relato pudiera ser que alguien ordinario puede ser extraordinario, y que alguien que se cree extraordinario puede en realidad ser sólo un narcisista. Pero si este fuera el caso y Júpiter tiene que encontrar su lugar en el mundo, en el universo, ¿cómo hace la historia para demostrarlo? ¿Lo intenta siquiera?

Es ahí cuando pesa tanto el problema de que hay demasiados elementos narrativos que pretenden hablar de algo pero que sólo estorban, porque no lo hacen entre ellos: ejemplos abundan: la muerte del padre de Júpiter, la escena que parodia a la burocracia galáctica, la presencia de Kalique y todo su plan para ‘ayudar’ a Júpiter, la impulsividad de Júpiter al creer en las palabras de Titus, sobre todo cuando ya es, en ese momento, dueña de su título real y puede fácilmente rechazar la propuesta, sin temor a que la Tierra sea perjudicada.

Una pobre idea, pobremente escrita; eso es El destino de Júpiter. ¿Qué diría Asimov de esto? Más importante, ¿qué tiene que decir el público al respecto?

Ficha técnica: El destino de Júpiter - Jupiter Ascending

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